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Juan R. Hernández
En el torbellino legislativo de la capital, no todo es confrontación política ni grilla estéril. Existen acciones que, sin grandes reflectores, pueden ser semillas de transformación real. Es el caso del Parlamento de las Personas con Discapacidad 2025, impulsado desde el Congreso local. A diferencia de tantos ejercicios de simulación, este contempla que 66 personas con discapacidad, de los 33 distritos, participen como parlamentarias, propongan soluciones y sean escuchadas. Un acto elemental de justicia, como bien lo describe la diputada Jannete Guerrero: dar voz a quienes históricamente han sido excluidos de la toma de decisiones.
De forma paralela, el Congreso trabaja con las alcaldías en la creación de un acuerdo interinstitucional para fortalecer el marco jurídico en bienestar animal. La apuesta del diputado Manuel Talayero es clara: las leyes deben construirse desde el territorio, no desde la comodidad de un escritorio.
Escuchar a rescatistas, veterinarios y activistas no es concesión, es responsabilidad.
Pero mientras se avanza en estos frentes, en otro, el del combate a las lluvias e inundaciones, el gobierno capitalino parece nadar a contracorriente. La presidenta del PAN en la CDMX, Luisa Gutiérrez Ureña, lo dijo sin rodeos: la ciudad está rebasada. Calles colapsadas, líneas del Metro inoperantes, autos varados y viviendas anegadas son parte del ya habitual caos que se vive en temporada de lluvias atípicas.
La exlegisladora asegura que no es exageración, ya que aseguró que no existe un protocolo por alcaldía, ni inversión suficiente en infraestructura hídrica, ni coordinación efectiva con Protección Civil. Por eso la panista pidió la intervención del Ejército y la Marina: no por dramatismo, sino porque la emergencia lo exige.
Mientras en algunos salones se construyen derechos, en las calles se desbordan las consecuencias de una presunta omisión. En esta ciudad, la inclusión y la resiliencia no pueden caminar por rutas separadas.
