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Por Ricardo Sevilla
El nombramiento de Hugo Aguilar como presidente de la SCJN representará un momento de gran significado sociológico para México.
Desde una perspectiva sociológica, la presencia de un indígena mixteco en la presidencia de la SCJN no es solo una cuestión de identidad, sino un catalizador para el reconocimiento y la reivindicación de derechos largamente postergados.
Recordemos que, históricamente, que el sistema judicial mexicano ha sido percibido como una institución distante y, en ocasiones, ajena a las realidades y necesidades de los pueblos originarios.
Pero Hugo Aguilar no trabajará solo. Lo acompañará una nueva generación de ministros y ministras entre los que se encuentran María Estela Ríos, Sara Irene Herrerías, Giovanni Azael Figueroa, Irving Espinosa y Aristides Guerrero.
Sin embargo, la verdadera columna vertebral de esta nueva etapa en la SCJN recaerá, en gran medida, en la experiencia y el respaldo de tres ministras clave: Yasmín Esquivel, Lenia Batres y Loretta Ortiz. Su vasta trayectoria y conocimiento del entramado judicial serán cruciales para la implementación de cualquier cambio o nueva dirección que la Corte decida tomar.
Y es que esta nueva Corte busca es encaminar los esfuerzos judiciales hacia un poder judicial más alineada con las demandas de una sociedad que, desde hace tiempo, busca mayor equidad y reconocimiento de sus pueblos originarios.
Y, justo por eso, la presencia de estas ministras, que conocen los entresijos de la justicia, podría influir en las decisiones judiciales relacionadas con derechos indígenas, uso de tierras y recursos naturales, y otros temas de sensibilidad social y cultural.
Y aquí es donde sobresaldrá, en primerísimo lugar, el respaldo que Aguilar podría tener de parte de la ministra que tiene más experiencia en materia judicial: Yasmín Esquivel.
Y es que Esquivel, con sus más de 40 años de trayectoria en el servicio público y 24 como juzgadora, podría ser una de las figuras clave en la implementación de cambios que promuevan un acceso más equitativo a la justicia.
Dicen en mi barrio que “la unión hace la fuerza”.
