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Por Jorge Gómez Naredo
La oposición no ha comprendido que criticar por todo a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no les genera ningún beneficio. Al contrario, ante el pueblo de México, esa actitud los perjudica y los muestra como una apuesta política rancia, resentida y sin proyecto de nación.
Un ejemplo de esto fue el reciente viaje que la mandataria hizo a Canadá para asistir, como invitada, a la Cumbre del G7. La presidenta no voló en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, sino en uno comercial.
Compartió imágenes de su arribo a la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y de su ingreso a la aeronave con el siguiente mensaje: “Salimos de la Ciudad de México a la Cumbre de Líderes del G7 en Canadá”.
Esto desató la furia de la oposición y de sus voceros en los medios de comunicación, quienes criticaron que la mandataria viajara en vuelo comercial. Las críticas se intensificaron cuando el presidente Donald Trump decidió abandonar la reunión del G7 para regresar a Estados Unidos y atender la crisis en Oriente Próximo. Debido a esto, el mandatario estadounidense canceló las reuniones que tenía previstas con los jefes de Estado de la India, Alemania, Canadá y México.
Varios opositores afirmaron que, si Claudia Sheinbaum no hubiera viajado en vuelo comercial, habría “alcanzado” a Donald Trump y habrían sostenido un encuentro. Esto es completamente falso: en una cumbre internacional, las agendas de los jefes de Estado son estrictas y no pueden modificarse fácilmente. Incluso, si la presidenta hubiera llegado antes de la salida de Trump, no habría podido reunirse con él, ya que la cita estaba programada para un horario posterior.
La derecha debe entender que atacar por todo a la presidenta de México es una estrategia suicida en términos electorales. En lugar de generar simpatías, sólo provocan rechazo entre el pueblo. Llevan más de seis años sin comprenderlo, y no parece que lo harán pronto.
