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Por Eduardo López Betancourt
MAESTROS DIGNOS Y COMPROMETIDOS
Los maestros de México tienen una trayectoria digna de reconocimiento, no solo por su labor en las aulas, sino también por su firme compromiso con las causas sociales y revolucionarias.
Al concluir el proceso armado en la segunda década del siglo XX, surgieron dos elementos fundamentales: por un lado, la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cuyo artículo tercero se convirtió en la base del desarrollo educativo.
La obligatoriedad, el carácter republicano, la gratuidad y, especialmente, la laicidad en la enseñanza marcó un cambio trascendental que quedó en manos del magisterio. Esta transformación dio lugar a un severo conflicto, conocido como la “Guerra Cristera”, en el que los docentes desempeñaron un papel decisivo, resultando en el fortalecimiento de una educación con visión progresista.
Los profesores del País se organizaron y fundaron un sindicato que abanderó causas justas. Líderes emblemáticos encabezaron movimientos de gran alcance, entre ellos Othón Salazar, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez Rojas y Modesto Sánchez Vázquez, quienes se convirtieron en referentes de una lucha ideológica profunda.
Durante años, el magisterio se mantuvo a la vanguardia de las principales demandas sociales. Sin embargo, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) cayó en prácticas de corrupción. Sus dirigentes usaron la organización como trampolín político y medio para acumular riqueza, provocando un desprestigio que aún persiste.
Ante este escenario, surgió la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), un movimiento que buscó recuperar la dignidad del gremio. Actualmente, impulsa la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007, con el objetivo de lograr una jubilación que consideran justa. No obstante, sus métodos han sido cuestionados, ya que en ocasiones afectan a la sociedad y derivan en actos extremos.
Lo cierto es que el Gobierno debe actuar con prudencia y responsabilidad, buscando acuerdos legítimos con los integrantes de la CNTE. Es fundamental atender sus demandas con un enfoque democrático y progresista, como corresponde a un Estado que se compromete con la justicia social y la transformación educativa.
