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GUSTAVO INFANTE CUEVAS
Desde Las Ventas, Madrid, este domingo fuimos testigos de una corrida que fue de menos a más, pero que terminó por ser un homenaje vivo a la bravura, al toro encastado y al legado de Victorino Martín. La “Corrida In Memoriam” fue testigo de saludos para Paco Ureña en el primero; palmas a Emilio de Justo en su primero y una oreja en su segundo, Mil Hebras, gracias a una estocada de cartel. Borja Jiménez pasó en silencio en su primero.
Pero en el sexto, Milhijas, todo cambió.

Desde el primer tercio se notó la calidad del toro: bravo, serio, con motor. El picador y los banderilleros estuvieron a la altura. Y Borja, ese joven torero de Espartinas, hizo una faena que rozó lo histórico. Naturales con temple, series con ligazón, mando y torería. Embestidas largas, humilladas, el morro por el suelo. Y una estocada de entrega absoluta.

Las Ventas, de pie. Borja cortó dos orejas, la 73 y 74 de su carrera, y salió en volandas por la Puerta Grande junto al ganadero Victorino Martín hijo. La plaza entera vivió una comunión que recordó a aquella Corrida del Siglo del 82. Este sexto toro fue más que un cierre: fue una ofrenda viva a la memoria de Victorino padre. El toreo con mayúsculas. Y yo estuve ahí. ¡Qué privilegio!
