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– A más de una semana del aguacero que convirtió en pantano a las empresas, el hedor, lodo y las aguas negras, no se han ido, trabajadores denuncian infección.
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
Han pasado más de siete días desde que las intensas lluvias azotaron la zona industrial de Lerma, y las secuelas siguen generando alarma entre quienes laboran en el área.
Las calles aún muestran rastros evidentes del desastre: aguas negras estancadas, lodo con residuos industriales y un hedor penetrante que se ha vuelto parte del paisaje diario.
Aunque autoridades estatales y municipales implementaron operativos de limpieza desde los primeros días, los resultados son insuficientes y, para muchos trabajadores, el problema se agrava con cada jornada sin solución.
“Nos dicen que ya limpiaron, pero seguimos pisando fango negro. El olor ya no se va, y el polvo que se levanta con el paso de los autos nos lo llevamos en la cara”, comentó Nayeli Mendoza, obrera de una empacadora que aún no reanuda operaciones.
La situación ha obligado a muchas empresas a paralizar actividades de manera parcial, afectando no solo la productividad, sino también la salud emocional y física de cientos de empleados.
Expertos en salud pública han advertido sobre los riesgos de mantener contacto con aguas residuales. Según la Organización Mundial de la Salud, estos focos de contaminación pueden provocar desde enfermedades gastrointestinales hasta infecciones respiratorias y dérmicas.
Teodoro Martínez, presidente de la Asociación de Empresarios Industriales del Estado de México, reconoció que las afectaciones han sido más severas de lo previsto y pidió una intervención integral de los tres niveles de gobierno.
El origen del problema no es nuevo. La infraestructura de drenaje en Lerma ha sido señalada desde hace años por su ineficiencia. A ello se suma el crecimiento urbano desmedido y la falta de mantenimiento: coladeras sin tapas, canales obstruidos y una red de desagüe que colapsa cada temporada de lluvias.
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