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Por Pedro Linares Manuel
MASONERÍA Y SENTIDO DE VIDA
En masonería, uno de los momentos más simbólicos y trascendentes es cuando el iniciado “recibe la luz”. No se trata de una luz física ni de un fenómeno exterior. Es una metáfora espiritual: es la iluminación de la conciencia que comienza a despertar. Recibir la luz es, en realidad, comenzar a ver.
Antes de ese instante, el iniciado ha estado vendado. No por castigo ni por misterio, sino para representar el estado de oscuridad interior en el que vive el ser humano cuando está dormido en la ignorancia, el ego o el miedo.
NUEVA VISIÓN DE SÍ MISMO
Esa venda no cubre solo los ojos, sino también la claridad del alma. Por eso, retirarla simboliza algo mucho más grande: la voluntad de abrirse a una nueva visión de sí mismo y del mundo.
La luz masónica no se impone. Se revela. Y lo hace no como una verdad absoluta, sino como una chispa que activa la búsqueda personal.
Es el inicio del verdadero camino: el del conocimiento interior, la reflexión crítica, la responsabilidad ética y la transformación real. No hay iluminación sin trabajo, ni despertar sin decisión.
Francisco llegó a la masonería en medio de una crisis personal. Empresario exitoso, pero espiritualmente vacío, había perdido la brújula de su vida tras la muerte de su padre.
Durante su ceremonia de iniciación, el momento en que se le retiró la venda fue revelador: no era solo un acto simbólico, sino el reconocimiento profundo de cuán ciego había estado ante su propia historia. Al recibir la luz, algo en su interior se quebró y se reconstruyó.
Lloró en silencio. Y entendió que no buscaba una sociedad secreta, sino una hermandad que lo ayudara a reconstruirse con verdad, con virtud, con sentido. Hoy, cada vez que abre los trabajos, siente que enciende una pequeña antorcha dentro de sí. Y cada hermano que ve avanzar, le recuerda que la masonería no se trata de grados ni títulos, sino de despertar juntos.
SABIO Y BUSCADOR
Quien recibe la luz no se convierte en sabio de inmediato. Se convierte en buscador. Comprende que la ignorancia no es solo falta de información, sino falta de conciencia. Y que la única manera de salir de esa oscuridad es cultivando la verdad, la virtud y la humildad.
Y tú, lector… ¿ya has pedido la luz? Tal vez no sea una ceremonia, pero sí un momento. El momento en que decides mirar hacia adentro con honestidad, y desde allí, comenzar a vivir con más verdad.
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