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Distintos miembros de la comunidad universitaria han denunciado que el seguimiento de denuncias por este organismo es lento y desgastante.
POR DIEGO RAYA
GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- Testimonios recientes de estudiantes evidenciaron deficiencias en el funcionamiento de la Defensoría de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), órgano creado “para salvaguardar los derechos de estudiantes y académicos, promoviendo la igualdad y atendiendo casos de violencia de género”.
Una de las quejas, evidenciada por una estudiante de nombre Valeria, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, señaló haber sido víctima de acoso por parte de un profesor. Al presentar su queja, enfrentó un proceso burocrático y poco empático.
Aunque se le ofrecieron opciones para recuperar su calificación, como un examen o proyecto, se le propuso inicialmente que el examen fuera aplicado por el mismo profesor denunciado. Tras expresar su negativa, las alternativas se redujeron a presentar el examen o recibir una calificación de “No Presentó”, sin considerar otras opciones.
Este caso no es aislado. Estudiantes de diversas facultades han compartido experiencias similares. En la FES Cuautitlán, alumnas han organizado tendederos de denuncias, revelando múltiples casos de acoso por parte de profesores que continúan impartiendo clases.
En la FES Aragón y otras preparatorias de la UNAM, se ha señalado que las víctimas enfrentan revictimización y falta de apoyo al intentar formalizar sus denuncias.
La Defensoría, según su naturaleza, actúa emitiendo recomendaciones no vinculantes a las autoridades cuando se vulneran derechos. Sin embargo, su eficacia depende de la voluntad de las autoridades para aceptar y actuar sobre dichas recomendaciones.
La falta de obligatoriedad en sus resoluciones y la burocracia en los procedimientos han generado que ejercer una queja sea percibido como un proceso lento y desgastante entre la comunidad estudiantil.
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