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Por Ricardo Sevilla
La CNTE tiene un amplio número de líderes y dirigentes.
Desde luego, no todos coinciden en sus puntos de vista.
Pese a sus encontronazos y desavenencias son estos líderes quienes toman las decisiones grupales: a dónde van, qué hacen, cómo lo hacen, dónde lo hacen. Ellos son los estrategas.
Las secciones hacen y siguen, a regañadientes o no, lo que los líderes determinan; si hay que sacar un pliego petitorio, gritar una consigna, pintar una pared, cerrar una calle, una avenida, son los líderes quienes lo deciden.
Ellos son los mandamases y quienes pretenden ganarle a las vencidas a la Presidenta de México.
Ellos, los líderes, son quienes han estado reclamando la ausencia de diálogo con el gobierno federal. Mentira, por supuesto, porque la Presidenta se ha reunido tres veces con ellos. Pero debido a su cerrilidad, su cerrazón, ya no volverá a reunirse con ellos.
Ahora bien, desde la perspectiva de la teoría de la movilización de recursos, los líderes de la CNTE actúan como “empresarios políticos” que movilizan recursos humanos (la base magisterial), organizativos (estructuras sindicales) y simbólicos (discursos y demandas) para alcanzar sus objetivos.
La capacidad de estos líderes para mantener la cohesión y la disciplina dentro de sus facciones es fundamental para la efectividad de sus acciones.
Pero lo cierto es que no actúan como un solo cuerpo. Eso solo es apariencia.
Al interior de la Coordinadora hay visiones distintas y hasta encontradas. No obstante, para la CNTE mantener la unidad interna y proyectar una imagen de fuerza frente al gobierno es una estrategia bien pensada.
Sí observamos las acciones de la CNTE a través del cristal de la teoría del conflicto podría decirse que son tácticas de presión para visibilizar sus demandas y forzar la negociación.
Sin embargo, la repetición y la intensificación de estas tácticas pueden generar fatiga social y deteriorar la legitimidad del movimiento ante la opinión pública. Y eso es lo que está ocurriendo: su necedad ha comenzado a enfadar a la gente de a pie.
