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Por Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
En su columna dominical en un periódico de circulación nacional, el intelectual de derecha por antonomasia, Enrique Krauze, presentó al exmandatario Ernesto Zedillo como un héroe nacional. Y no sólo eso: prácticamente lo describió como el padre de la democracia mexicana y el artífice del México moderno.
Krauze recuerda que Zedillo participó en el movimiento estudiantil de 1968 —aunque omite que su participación fue marginal—, y con ello intenta revestirlo de una imagen de pureza y lucha contra la injusticia. A partir de ese antecedente, señala que “veinticinco años más tarde, ese joven llamado Ernesto Zedillo llegaría a ser —sin buscarlo, en realidad— presidente de México y llevaría a cabo una reforma política cuya trascendencia sería solo comparable a la Constitución liberal de 1857, que la generación de Juárez aplicó por escasos diez años (1867-1876) y que Madero restauró, fugazmente, de noviembre de 1911 a febrero de 1913”.
Más adelante, Krauze retoma las críticas que Zedillo ha hecho a los gobiernos de la Cuarta Transformación —a los que acusa de destruir la democracia— y concluye su artículo con estas palabras: “Vivimos el tercer golpe de Estado a la democracia y la libertad. Que el régimen lo sepa: los mexicanos no esperarán ochenta años para recobrarlas. En la larga cuenta de la historia, golpeado entonces y ahora por la autoridad, fiel a la verdad, Ernesto Zedillo tendrá la razón final”.
Para Krauze, Zedillo es el gran héroe de la democracia mexicana, al nivel de figuras como Benito Juárez, Valentín Gómez Farías y Francisco I. Madero.
Pero no sólo tergiversa la historia, sino que intenta elevar a héroe nacional a un personaje que causó un profundo daño al país.
Lo que hace Krauze es una falta total de ética. Zedillo no es ningún héroe. Por el contrario: su gobierno se caracterizó por un saqueo sistemático de la nación. No cabe duda de que el intelectual de derecha, tan celebrado por la oposición, una vez más se voló la barda.
