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Por Gustavo Infante Cuevas
Lo que ocurrió la noche del sábado en el Pechanga Arena de San Diego fue un capítulo más de esos que manchan al boxeo. Emanuel “Vaquero” Navarrete retuvo su cinturón superpluma de la OMB, pero no lo hizo con un golpe fulminante o una clase magistral… sino gracias a una decisión técnica que ha desatado la furia de los aficionados. En el octavo asalto, el combate fue detenido por un corte sobre la ceja izquierda del mexicano. El árbitro dictaminó que fue por cabezazo accidental. ¿El problema? Las repeticiones mostraron otra historia: un zurdazo claro de Suárez abrió la herida.

Pese a contar con el sistema de revisión instantánea, el oficial Jack Reiss decidió no corregir el fallo. ¿Casualidad? ¿Protección al campeón? Charly Suárez, invicto hasta esa noche, merecía algo más que una decisión dudosa. Estaba dando una gran pelea, incluso dominando tramos importantes del combate. La herida pudo haber sido el principio del fin para Navarrete, pero en vez de eso, fue el pretexto perfecto para salvarlo. Esto no se puede quedar así. El boxeo merece justicia y el público merece una revancha limpia. Porque, aunque el cinturón siga en México, la credibilidad se quedó en Filipinas.

¿Dónde quedó el espíritu del guerrero mexicano? ¿Qué pasó con el “ganar arriba del ring”? Esta historia necesita otro round.