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Por Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres
LIBRES DE VIOLENCIA COTIDIANA
¿Y después de las celebraciones, qué? Estamos ante la oportunidad de continuar con los festejos a las madres y contribuir a la construcción de espacios de paz y seguridad para ellas, libres de la violencia cotidiana.
La intensidad de ese fervor festivo que llega a exaltar a la madre como símbolo na-cional corre el riesgo de diluirse en los días posteriores. Y es justamente en ese mo-mento cuando se vuelve necesario el otro homenaje: la denuncia de la violencia familiar, perpetrada en más del 90 por ciento contra mujeres.
Los hogares son, ocasionalmente, lugares donde la figura de madre se mezcla con la de víctima. A veces, esa violencia es verbal, otras económica, con hombres controla-dores del dinero y condicionantes de los gastos. También puede ser física o sexual, con parejas, padres o padrastros como agresores.
Miedo al violentador, dependencia económica o la esperanza de un cambio en el comportamiento sustentan una estructura de silenciamiento necesaria de romper con el impulso de una agenda de combate a la violencia familiar, uno de los delitos más denunciados —63 mil 544 denuncias entre enero y marzo de este año—, pero también más invisibilizados.
En la Ciudad de México se desarrolla un modelo de atención a partir de la voluntad política y social, primero de la ahora Presidenta Claudia Sheinbaum como mandataria local y continuado y profundizado por Clara Brugada, a partir de líneas de emergencia como 9-1-1, *765, el 089 o la Línea Antiextorsión 55 5036 3301, operadas desde el C5.
Este año, el promedio mensual de reportes es de 5 mil 268, una disminución de 13.6 por ciento respecto al 2024. Hay avances, pero falta mucho por hacer y deconstruir. Combatir la violencia familiar requiere tocar las estructuras más profundas del poder patriarcal.
Por eso es tan importante hablar de los días posteriores al 10 de mayo.