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Por Eduardo López Betancourt
Ser hijo de Oscar Wilde es un legado que conlleva una gran responsabilidad y orgullo. Oscar Wilde fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés del siglo XIX, conocido por su ingenio, su humor y su estilo literario único.
Oscar Wilde es famoso por sus obras de teatro como “La importancia de llamarse Ernesto” y “Un marido ideal”, así como por su novela “El retrato de Dorian Gray”. Su obra literaria es conocida por su crítica social, su humor y su profundidad. Uno de los cuentos más famosos de Wilde es “El ruiseñor y la rosa”, una historia trágica y romántica que explora los temas del amor, el sacrificio y la belleza. La historia sigue a un ruiseñor que se sacrifica para crear una rosa roja para un estudiante que busca ganar el corazón de su amada.
Oscar Wilde es un ejemplo de autenticidad y verdad en su obra y la vida misma. A pesar de los desafíos y los escándalos que rodearon su vida, Wilde se mantuvo fiel a sí mismo y a su arte, dejando un legado que sigue inspirando a las personas hoy en día. Su vida extravagante y su defensa de la libertad individual fueron una forma de gritar a los cuatro vientos “soy libre”, demostrando que la verdadera libertad radica en ser auténtico y verdadero consigo mismo.
La vida de Oscar Wilde se vio marcada por un escándalo que cambió su destino. Su relación con Lord Alfred Douglas, un joven noble, fue considerada inapropiada por la sociedad victoriana y llevó a Wilde a ser juzgado y condenado por “indecencia grave”. Este evento tuvo un impacto devastador en su vida y su familia. Después del juicio y la sentencia de Wilde, su esposa Constance Lloyd Wilde se divorció de él y cambió el apellido de sus hijos, Cyril y Vyvyan, a Holland. Este cambio de apellido fue un intento de proteger a la familia de la vergüenza y el estigma asociados con el nombre de Wilde.
Al final de cuentas un hijo de Oscar Wilde murió en la primera guerra mundial (Cyril) el 9 de mayo de 1915 y Vyvyan tuvo un hijo, llamado Merlín (nieto), quien escribió con orgullo en honor a su abuelo el libro, ser hijo de Oscar Wilde. ¡En hora buena! Oscar rompió moldes, por encima de ellos, hipocresías.
