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¡Decidió romper el silencio!

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Por Ricardo Sevilla

En enero del año pasado, durante la Conferencia Presidencial Mañanera, la periodista Sandy Aguilera le planteó, al entonces presidente López Obrador, un tema muy grave: un par de sujetos habrían abusado sexualmente de la joven abogada Amarande Riojas. 

Los hechos habrían ocurrido, de acuerdo con la denunciante, en instalaciones del hotel Camino Real, cuyos dueños son propietarios de Imagen Televisión, una cadena donde, curiosamente, colabora otro de los presuntos agresores: Gabriel Castañeda Gómez Mont.

La gravedad del señalamiento se intensificó al revelarse la identidad de otro de los presuntos agresores: el tipo es hijo del controvertido Javier Lozano, exsecretario del Trabajo durante el gobierno de Felipe Calderón, un sujeto conocido por su retórica altisonante y su largo historial de bravatas.

Amarande, que hoy es candidata a jueza de distrito en materia penal, no ha dejado de visualizar su caso y, el pasado 8 de marzo, en su cuenta de X escribió: “Alzaré la voz contra cualquier violentador y contra toda su red de corrupción que los proteja”.

La pregunta es: ¿Qué impulsó a Amarande a realizar una declaración tan explícita en un momento tan público como su campaña? Le pregunté crudamente, en una entrevista exclusiva, si se trataba de una estrategia política para visualizar su imagen. Y asegura que no. Incluso, me dijo que hubiera preferido no tocar el tema.

La duda, sin embargo, quedó flotando en el aire.

Y la respuesta reside, quizás, en la urgencia de romper el silencio, de convertir el dolor que todavía le quema las entrañas en una fuerza movilizadora. 

Desde mi punto de vista, su candidatura, lejos de ser una estrategia oportunista, parece ser una extensión natural de su búsqueda de justicia, un intento de incidir directamente en un sistema que, como en el caso de Amarande, ha fallado en proteger a las víctimas.

¿Qué se necesita para romper este ciclo perverso y asegurar que las víctimas obtengan una reparación integral y una justicia real? Tengo la impresión de que la

perspectiva de Amarande, basada en su propia y lacerante experiencia, podría ofrecer ideas y acciones valiosas en el Poder Judicial.

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