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Por Salvador Guerrero Chiprés
La alerta sísmica es un sonido de vida. Recuperar su capacidad operativa incrementa las probabilidades de alcanzar a mayor población y mejora las oportunidades ante una emergencia real.
El simulacro de sismo con magnitud 8.1 de ayer fue un poderoso ejercicio ciudadano y una sistemática operación institucional de una veintena de instituciones lideradas por la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada.
Los cerca de 8 millones de participantes, 20 mil 550 inmuebles inscritos, entre ellos 12 mil establecimientos mercantiles, exhiben una arraigada cultura de la prevención sísmica y consolida la alerta difundida por el C5 como la principal herramienta de protección ante un fenómeno natural que en algún momento ocurrirá.
En este ejercicio se recuperó la eficiencia en el alertamiento sísmico a través de los 27 mil 897 altavoces ubicados en 13 mil 992 postes.
Del 98.2 por ciento en funcionamiento del simulacro del 19 de septiembre de 2024 subimos al 99.04 por ciento. La capital nacional ha logrado revertir fallas operativas con una política pública orientada a la mejora continua, a la vigilancia tecnológica y la cercanía con la ciudadanía.
Este avance no solo habla de una mejora técnica, también de un esfuerzo preventivo sostenido integrado por servidores públicos como Myriam Urzúa, secretaria de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, en su convocatoria ciudadana a participar del simulacro y en la previsión del siguiente nivel instruido por la Jefa de Gobierno: tres simulacros a anuales en 2026.
La apuesta por un sistema de alerta confiable responde a una visión que privilegia la prevención, protección del bienestar colectivo y transparencia operativa. Cada altavoz reparado representa una decisión clara: colocar la vida de las personas por encima de cualquier otro interés.