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Por Eduardo López Betancourt
UNA PESADILLA DIARIA PARA USUARIOS
La CDMX ha padecido desde siempre un severo y grave conflicto en el tema de las vías de comunicación. Se creyó que el Sistema de Transporte Colectivo Metro, ayudaría, pero lamentablemente pronto fue rebasado y al final, se ha producido una gran dificultad para los ciudadanos capitalinos, donde el trasladarse de un sitio a otro, auténticamente toma horas y si consideramos el drama que implica vivir en municipios del Estado de México, que parece crear una sola zona urbana con la CDMX, la situación se vuelve patética.
En el caso concreto de la gran Metrópoli, hay transportes auspiciados por el gobierno y otros son concesionados, sin embargo, en ambos aspectos existen fallas. Hay rutas que rompen las reglas y más que ello, los choferes son el problema. Por ejemplo, los vehículos de pasajeros que tienen base en Auditorio Nacional y se desplazan hacia la zona poniente de la Ciudad, particularmente a Interlomas y Santa Fe. Este traslado se hace por dos vías, Paseo de la Reforma y Paseo de las Palmas, pero, los operadores han decidido tomar rutas aledañas, molestando a los vecinos, sin que haya poder humano que controle estas irregularidades. Lo que debemos destacar, es la burocracia, cada día más impresionante, como obstáculo adicional. Así, para presentar una protesta por el pésimo transporte, hay que acudir a más de dos dependencias, lo cual hace que el trámite sea engorroso.
Es hora de que la CDMX tenga un transporte digno, adecuado y se desechen los camiones viejos y sucios. Algunas sugerencias son, capacitar a los conductores, para mejorar su comportamiento y seguridad, ya que, no les importa chocar o golpear otros autos, porque se saben impunes; también, regular y supervisar a los concesionados, implementar tecnologías para mejorar la eficiencia y, establecer sanciones efectivas para los conductores que incumplan las normas.
Es hora de tomar medidas para solucionar el problema del transporte en la CDMX.
