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Por Ricardo Sevilla
El Poder judicial está gangrenado, ya se ha dicho. Pero, definitivamente, enfrentamos a un sistema podrido que no solo protege a criminales y narcotraficantes, sino ahora también a violadores y pederastas.
Sí, lamentablemente, el Poder Judicial se ha doblado ante el horror del abuso infantil.
Y, justo por eso, la credibilidad de los juzgadores vuelve a tambalearse.
Le digo más: a raíz de una serie de decisiones que, encubre y solapa abusadores, se ha desencadenado una profunda indignación.
Y es que un grupo de jueces y magistrados, investidos con la responsabilidad de impartir justicia, le han dado la espalda a las víctimas.
Personajes que, priorizando tecnicismos legaloides, renuncian a proteger a menores víctimas de abuso sexual.
Hace un par de días, por ejemplo, la jueza Claudia Jiménez Teutli, a través de un comunicado publicado en sus redes sociales, intentó justificar su decisión de no vincular a proceso a un padre acusado de abusar sexualmente de su propio hijo.
Pese a que la jueza escuchó a la hermana del presunto abusador decir que el presunto violador dormía con su hijo menor, pareció encogerse de hombros e ignorar el sufrimiento del menor al que terminó por revictimizar.
Lamentablemente, no es un caso aislado.
La red de complicidades extiende sus pulposos brazos a diferentes ámbitos del poder judicial, tal como ocurrió con la magistrada Selina Avante Juárez, señalada por presionar para la liberación de un empresario vinculado a una red de explotación sexual infantil.
Tampoco fue el único caso.
En Hidalgo, un par de jueces también causaron indignación al no procesar a acusados de violación de menores.
Y no ha sido el único lugar.
En Chihuahua, en lo que va de este año, se ha. reportado 71 investigaciones por abuso y maltrato infantil en guarderías en un corto periodo.
¿Y qué han hecho los juzgadores? Poner pretextos –de forma y no de fondo– que hieden a corrupción, negligencia y falta de humanismo.
El Poder Judicial, ahora mismo, es una cloaca.