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Por Pedro Linares Manuel
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que afecta cómo una persona se comunica, se relaciona y percibe el mundo. No es una enfermedad, sino una forma diferente de procesar la realidad. Comprender su diversidad es clave para construir una sociedad verdaderamente inclusiva.
Aunque el diagnóstico se unificó bajo el término TEA, se reconocen cuatro tipos clínicos:
1. Autismo clásico o de Kanner: con retraso en el lenguaje, aislamiento y conductas repetitivas.
2. Síndrome de Asperger: lenguaje fluido, inteligencia promedio o superior, pero con rigidez cognitiva y dificultades sociales.
3. Trastorno desintegrativo infantil: desarrollo normal seguido de regresión severa.
4. Trastorno generalizado del desarrollo no especificado: cuadros que no encajan del todo, pero tienen rasgos claros del espectro.
El TEA también se clasifica en tres grados según la necesidad de apoyo:
Grado 1 (requiere apoyo): incluye el Síndrome de Asperger, con buena capacidad verbal, pero retos sociales y sensoriales.
Grado 2 (apoyo sustancial): mayores dificultades comunicativas y sociales.
Grado 3 (apoyo muy sustancial): alta dependencia y comunicación limitada.
Cada persona en el espectro es única. No necesita encajar, necesita ser comprendida.
Como persona con Síndrome de Asperger y psicólogo clínico, dedico mi vida profesional a este campo.
Escribí el libro “Entrando al Universo del Autismo: Descubriendo las Maravillas del Asperger”, disponible en Amazon. Puedes adquirirlo escaneando el código QR de esta nota.
Te invito a leerlo, compartirlo y abrir tu corazón a la diversidad neurológica.
