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Por Eduardo López Betancourt
El suicidio y la eutanasia son temas de carácter universal, complejos y controvertidos que han generado un debate ético y jurídico. Aunque pueden parecer conceptos distintos, están relacionados en la medida en que ambos involucran la toma de decisiones sobre la propia vida, donde el suicidio es el acto de quitársela intencionalmente y, la eutanasia, que en al-gunos casos puede considerarse una forma de suicidio asistido, donde un profesional de la salud ayuda a la persona a morir, por sufrir una enfermedad terminal o una condición médica grave.
La discusión se encuentra en considerar si el suicidio y la eutanasia son derechos absolutos del ser humano. Por un lado, hay quienes argumentan que la vida es un derecho fundamental que no puede ser arrebatado, mientras que otros, sostienen sus bases en el respeto a la autonomía y la libertad de elegir.
Precisamente, debe analizarse si cuando hay un suicidio se lastima a la sociedad por la manera en la que uno de sus integrantes decide “huir” de la realidad; respecto a la eutanasia, no tenemos duda alguna, es indiscutible que cuando una persona sufre por cualquier causa comprobada, se debe respetar su decisión de acabar con la vida; del suicida, siempre será motivo de análisis si se trata de un acto de cobardía o de valentía, pero, al final, la realidad es que, el suicida siempre mantiene afectaciones mentales que lo llevan a esa determinación y por lo que hace a quien busca la eutanasia, es por razones médicas y de salud, esencialmente.
Es evidente que la cultura jurídica debe enriquecerse para tratar el caso, tanto del suicidio, como de la eutanasia. Es necesario darles a estos temas toda la amplitud que se reclama, para buscar en ambos, soluciones adecuadas.
