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Por Jorge Gómez Naredo
Parecía que no habría escapatoria, que todo estaba perdido, que no había mucho por hacer: el presidente Donald Trump impondría aranceles a México. Pero no fue así, o al menos no del todo. Gracias a las gestiones de la presidenta Claudia Sheinbaum, los aranceles aplicados a nuestro país por Estados Unidos fueron mínimos.
Se impusieron gravámenes a sectores como el automotriz, el acero y el aluminio. Por supuesto, estas medidas afectarán a nuestra economía, pero no de manera tan severa como a otros países, a los que se les aplicaron aranceles casi a la totalidad de sus productos.
A pesar del anuncio de Donald Trump el pasado martes, la economía mexicana se ha mantenido estable y ha mostrado un excelente desempeño. El peso no se devaluó y las inversiones siguen y seguirán llegando a nuestra nación. Además, el gobierno mexicano ha delineado una estrategia para enfrentar las posibles afectaciones negativas por los aranceles de Estados Unidos: el “Plan México”.
El jueves pasado, desde el Museo Nacional de Antropología, la presidenta detalló los ejes centrales de dicho plan. No sólo se busca preservar la estabilidad económica, sino también fortalecerla. Entre los puntos clave destacan: la autosuficiencia alimentaria y energética, la aceleración de proyectos de obra pública y el impulso a la producción nacional en sectores como el textil, calzado, muebles, acero, aluminio y vehículos.
Asimismo, se plantea aumentar la producción de medicamentos, petroquímicos y fertilizantes, y promover la presencia de productos mexicanos en tiendas de autoservicio y departamentales.
Con estas y otras medidas, México fortalece su mercado interno y reduce su dependencia de la economía estadounidense. Es decir, somos como nación más independientes y autosuficientes.
Lo logrado no es menor. Se pensaba que las políticas de Trump llevarían a México a una terrible crisis, pero hoy tenemos una economía en proceso de consolidación. Sin duda, vamos por muy buen camino.