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Por Eduardo López Betancourt
A la caza de multas
En México, el uso de portaplacas ha sido tradicional. Generalmente los obsequian en las agencias vendedoras de autos y gracias a este, las placas se mantienen en buen estado, no se deterioran, ni se doblan.
Ahora, a la autoridad que siempre busca la manera de fastidiar al ciudadano, se le ocurrió poner MULTAS a los automovilistas que usen portaplacas. Lo anterior representa más del 90% de los transportes capitalinos; así, la función de la policía de tránsito no es mejorar el tráfico de la “Ciudad de los Baches”, sino cual criminales, estar escondidos para atrapar a su “víctima”. “Se van a dar vuelo con las mordidas”, qué van de quinientos a varios miles de pesos.
El ciudadano puede darse cuenta de que votar por autoridades que no aportan y solo “friegan”, se vuelve habitual, con una burocracia inútil donde se tiene que entregar dinero por trámites y más aún por necedades, ¿Cuándo terminará esa relación nefasta entre gobernantes y gobernados? El tema policíaco es evidente, la población teme más al uniformado que al delincuente. Dentro de ese renglón, la nociva y extorsionadora policía de tránsito, cual pillos, cada elemento debe dar a sus superiores cantidades previamente acordadas, dependiendo donde ubiquen a los bien llamados “mordelones”.
Le ofrecemos a las autoridades de manera sarcástica otros motivos de cobro para extorsionar, tales como, traer mascotas en el vehículo; escuchar música y fumar al interior; por viajar una sola persona. Otra idea es cobrar por tener autos negros o de cualquier otro color que se les ocurra. En fin, lo importante, insistimos, es fastidiar al ciudadano y hacerle la vida imposible, aunque los servicios públicos sean patéticos.
Aspiramos a tener autoridades amigas, ajenas a las ocurrencias en perjuicio del pueblo. Recordemos a excelentes Jefes de Gobierno de la Ciudad, como la figura excelsa de Ernesto P. Uruchurtu. La actual Jefa Capitalina tiene la oportunidad de seguir los pasos de aquel gran personaje.
