168 lecturas
Por Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres
CON AYUDA Y EDUCACIÓN
¿Cómo terminaron decenas de personas, probablemente jóvenes, en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco? ¿Cuáles son los factores relacionados?
La cooptación juvenil por parte del crimen organizado es una problemática global, potenciada por factores como la falta de oportunidades educativas, desempleo, adicciones, distanciamiento y descuido o fractura de la vida familiar.
Diversos testimonios en líneas de atención de emergencia o periodísticos relatan cómo niñas, niños y adolescentes son reclutados bajo la promesa de dinero, mejores condiciones de vida y cierto poder, aunque también bajo amenazas y violencia física o psicológica.
Sus funciones inician generalmente como mensajeros, vigilantes —“halcones” en el argot—, enganchadores, integrantes de cuartos de castigo o cobro extorsivo, vendedores de droga hasta tráfico de estupefacientes o incluso como sicarios.
Cuando se habla de la atención a las causas como parte de la estrategia contra la delincuencia el acento está, entre otros aspectos, en corregir las fallas estructurales que podrían acercar a la juventud con grupos delictivos. Programas de fomento a la educación y combate a las adicciones son estrategias fundamentales para prevenir esa captación.
Hace unos días, en un recorrido Casa por Casa en Tepito, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, delineó el objetivo de fortalecer las estrategias educativas: “rescatar de las manos de la delincuencia a los jóvenes”.
Políticas que en el caso de las personas desaparecidas suman al plan de acción expuesto por la Presidenta Claudia Sheinbaum.
Evitar el surgimiento de otros ranchos Izaguirre requiere políticas públicas contra la desigualdad y un acercamiento a la comprensión de lo ocurrido en Teuchitlán. Oportunidad de levantar un muro al reclutamiento.
