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Por Eduardo López Betancourt
Los políticos corruptos no deben regresar nunca
La amnesia política es un fenómeno en el que se olvidan o se minimizan los errores y fracasos del pasado, lo que puede llevar a la repetición de los mismos patrones de comportamiento y a la falta de aprendizaje de las lecciones históricas para construir un futuro mejor.
En el ámbito político, la amnesia puede ser utilizada como una herramienta para manipular la opinión pública, evitar la rendición de cuentas, olvidar promesas incumplidas, errores, fracasos y así, presentarse como líderes efectivos y responsables. Sin embargo, también llega a tener consecuencias negativas, como la erosión de la confianza en las instituciones y la falta de transparencia.
En México, la amnesia política ha sido un tema relevante. Por ejemplo, la descentralización de los servicios de salud en la década de 1980, fue un proceso que se olvidó rápidamente, a pesar de sus terribles resultados para el sistema de salud pública.
En el mismo sentido, fue el caso de la educación, la cual disminuyó su calidad, de tal suerte que en algunas entidades se presentaron problemas patéticos, como cierre de escuelas y protestas sindicales, debido al trato diferencial por sujetos impresentables, que en su calidad de Secretarios de Educación estatales, mostraron su inexperiencia y su marcada orientación hacia la corrupción.
También muchos personajes tortuosos, poseedores de un pasado vergonzoso, regresan a la escena política olvidando su desastroso pretérito, tal como algunos militantes priistas, que ahora cínicamente transitan por las filas de Morena. Sin duda, la amnesia política es de graves efectos, jamás se deben reintegrar a la vida pública, a corruptos y sinvergüenzas, mismos que hoy pululan sin moderación.
