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Por Ricardo Sevilla
Marco Rubio se cuadra ante la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum.
Y este reconocimiento no es menor porque Marco Rubio es un personaje que ha estado en el epicentro de varias polémicas a lo largo de su carrera política.
Recordemos que Rubio, por ejemplo, ha sido un firme defensor de las sanciones económicas contra Venezuela y Cuba, calificando al gobierno de Nicolás Maduro como una “narco-dictadura” y al de Cuba como un “régimen criminal”.
Y justo por eso hay que hacer énfasis en el reconocimiento que Rubio le ha expresado a la primera mandataria mexicana.
A la oposición aduladora, desde luego, le ha de partir el hígado que, a pesar de las diferencias en comercio y otros temas, Rubio reconozca que hay un compromiso mutuo para abordar problemas comunes.
Y este reconocimiento no es anecdótico. Y no lo es porque el reconocimiento internacional de las acciones de Sheinbaum fortalece su posición dentro de México y fuera de México y la coloca en el escenario internacional como una líder regional.
Y no solo eso.
También demuestra que las políticas del gobierno mexicano están siendo valoradas por actores clave en la política estadounidense.
Lamentablemente, a la pazguata comentocracia le indignan este tipo de reconocimientos. Y eso es terrible. Porque eso es darle la espalda al pueblo de México.
En la derecha no entienden que este reconocimiento podría mejorar las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y México, al menos en el ámbito de la seguridad y la migración.
Difícil comprender que se indignen porque estén abriéndose espacios para una mayor colaboración entre ambas naciones.
¿Por qué será? ¿Acaso la oposición no quiere que le vaya bien a México? Lamentablemente, yo creo que no. Y quizá por eso no pueden dormir en las noches y les duele tanto la panza. ¡Hasta lo que no comen les hace daño!, dirían en mi barrio.
