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Por Eduardo López Betancourt
Relación compleja
La relación entre padres e hijos puede llegar a ser compleja, más aún si es influenciada por diversos factores, incluyendo la manipulación y el abuso. Sin embargo, cuando los hijos son adultos y se vuelven en contra del padre, se convierte en algo especialmente difícil y doloroso para todos los involucrados.
En algunos casos, los hijos adultos pueden ser “manejados” por la madre y así, ponerlos en contra del padre, sobre todo en cuestiones de divorcio o separación, donde la madre llega a utilizar a los hijos como una herramienta para castigar a su pareja. Nótese, la relación parental, es un vínculo emocional y psicológico que se establece en el núcleo familiar, desde el nacimiento y es fundamental para el correcto desarrollo de los vástagos, inclusive, puede influir en su capacidad para formar lazos saludables con otros; sin embargo, cuando la madre usa a los hijos para tenerlos de su lado, daña irreparablemente la relación parental, provocando que sus descendientes se sientan confundidos, ansiosos y culpables por haberse vuelto en contra del padre, causando que experimenten dificultades para formar relaciones sanas con terceros.
Otra de las consecuencias de la manipulación en quien la sufre, es que puede desarrollar patrones de comportamiento negativos, como la agresividad, la pasividad o la dependencia y afectar su vida personal y profesional, sin descartar problemas de salud mental, como la depresión o la ansiedad.
Al tomar estas acciones, la madre puede creer que está ganando ventaja, pero en realidad, insistimos, está causando un daño irreparable y afectando el bienestar emocional y psicológico de los hijos, quienes al final, son los más perjudicados.
Cuando los hijos, al darse cuenta de la manipulación, comiencen a distanciarse de ella y a buscar una relación saludable con el padre, la madre verá su terrible obra y se quedará sola, rodeada de las consecuencias de sus acciones y tendrá que enfrentar la realidad de lo que ha hecho.