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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
HAY UNA FUERTE DESCOMPOSICIÓN
Por todo y para todo, resulta lamentable el mundo en que nos desenvolvemos. El drama del Poder Judicial es solo la punta del iceberg de una preocupante descomposición.
El derecho se margina no solo en México, sino en el mundo, pero tal circunstancia no puede ni debe ser consuelo. En nuestro País lo que más abunda son grandes y destacados juristas, quienes han dejado huella de su talento en instituciones preclaras de nivel internacional, tal es el caso del Juicio de Amparo, del Asilo Político, de la Libre Determinación de los Pueblos y no se diga de nuestra cultura de ser los iniciadores a nivel constitucional de los Derechos Sociales.
En esa dimensión, resulta vergonzante que lejos de aprovechar los talentos del derecho, se tenga que acudir a la mediocridad y lo peor, a la ignorancia.
Hace algunos años, fui recibido por quien ocupaba un cargo relevante en el área de la justicia. Cuando estuve frente a ella, textualmente me dijo: “Maestro, de derecho no se nada, yo soy política y me gustan los ámbitos de los procesos electorales, pero el derecho lo olvidé; ocupo este cargo por disciplina de partido, más espero pronto abandonarlo, para continuar mi carrera política…”.
Lo más grave del tema es que esa persona, ahora se desempeña en un altísimo puesto de carácter legal y sólo me queda la claridad de lo que es el cinismo, circunstancia por la cual se actúa con falsedad y desvergüenza descaradas. Así, hay que tener desfachatez y sentido antipatriótico, al aceptar un cargo para el que ni lejanamente se está preparado. Esa es la gran desgracia, estar en manos de improvisados, cuyo cerebro saturado de grasa en poco ayuda para el buen pensar y para mantener dignidad.
