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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
NADA FUERA DE LA LEY
Sin duda, las diversas religiones del mundo tienen formas distintas de expresión; la mayor parte de ellas deben ser internas, privadas y personales, esto es, no tienen por qué manifestarse al exterior; claro, los devotos pueden hacer uso del derecho que se tiene de actuar como mejor les parezca, siempre y cuando no ofendan, ni afecten a otros.
De esta manera, los símbolos religiosos se vuelven parte de la vestimenta de los creyentes. Podemos ver cómo un católico se coloca una cruz en el pecho, algunos musulmanes traen turbante, en el caso de las mujeres es más evidente, vestidos largos, el pelo cubierto y en ocasiones hasta la propia cara; sin duda, debe respetarse la forma en que se profesa la religión que se quiera, pero todos estamos obligados a cumplir lo que establece la ley del país en que nos encontremos.
Un caso concreto que bien puede considerarse ilícito, es que alguien, por ejercer su religión, no cumpla sus responsabilidades, como lo es el servicio militar, también el entonar de pie, con respeto el Himno Nacional y de igual manera, enlistarse en el Ejército, constituyen responsabilidades cívicas, ciudadanas y jurídicas, que bajo ningún concepto deben estar por debajo de aspectos religiosos; otro renglón cotidiano, es pretender obtener privilegios, por ejemplo, cuando se accede a zonas de revisión aeroportuarias, hay quien se niega por sus creencias y se da el fenómeno por demás incorrecto de que las autoridades hacen válido el pretexto y hasta existen reglas que atestiguan ese trato de disidencia.
Basta de pretender torcer el Estado de Derecho, argumentando profesar una religión o creencia determinada, como sucede con policías que no se uniforman porque deben portar un kepí y va contra lo que creen. Esto es una barbaridad que debe ser motivo de seriedad para evitar tratos diferenciales. Ante la ley y el Derecho, todos somos iguales.
