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Por Eduardo López Betancourt
Sin duda alguna, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, deberá enfrentarse a un mandatario explosivo y hasta cruel.
Trump, de siempre ha mostrado su animadversión contra los mexicanos. Tal vez sea un problema psicológico que le obliga a este rencor que no solo se ubica en el tema migratorio. Tengamos presente que él también proviene de una familia que llegó a Norteamérica para mejorar sus condiciones y, por tanto, no es poseedor de la originalidad de tierras estadounidenses; el país vecino se formó de campesinos, obreros, perseguidos religiosos y en general, de personas de bajo nivel económico, social y cultural, de ahí proviene Trump, quien se ostenta como dueño de un territorio que invadieron sus antecesores.
Sus exabruptos son sistemáticos y ahora, sin más, desea cambiarle el nombre histórico al Golfo de México. Nótese su imprudencia, aparenta ser parte de su frivolidad, pero en el fon-do quiere exterminar a nuestra patria; en esta dimensión, el problema de la Dra. Sheinbaum, es “lidiar” con un sujeto que puede crear grandes y graves dificultades, no solo a México, sino al mundo, donde también Canadá es víctima constante de sus ideas, ya que plan-tea, “la nación del maple” se anexe como el Estado 51 de la Unión Americana.
El tema de la delincuencia, es un problema prioritario, pero, debe atendedores de manera conjunta (entre Estados Unidos y México), dado que el conflicto se ubica tanto en la producción, tráfico y consumo, donde esto último es impulsado de manera significativa por una población (los vecinos) cada vez más entregada a los vicios.
Definitivamente la Dra. Sheinbaum debe ser prudente, de buen tacto y hacer un gran trabajo diplomático, pero al mismo tiempo buscar la unidad de los mexicanos para hacer frente común ante los embates histéricos de Trump.
