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Por Eduardo Lopez Betancourt
El partido Morena se define por sus principios sólidos e ideología clara, pero es fundamental destacar que muchos elementos que se han integrado al partido no están precisamente en el ámbito de lo deseable. Es importante que Morena sea selectiva al admitir a nuevos miembros, ya que, se han “colado” individuos impresentables, indignos y con un pasado vergonzante lleno de picardías.
La calidad de los integrantes, es fundamental para mantener la entereza del partido. No debe admitirse a personas con antecedentes cuestionables, que se han enriquecido a costa del pueblo o que han traicionado la confianza de los ciudadanos. La historia de un político es un reflejo de su carácter y es lógico pensar que, si alguien ha actuado de manera deshonesta en el pasado, es probable que continúe haciéndolo en el futuro.
Morena debe buscar ciudadanos ejemplares, con una historia digna de aplauso y reconocimiento. Nuevas caras, ofertas y visión, no quienes han deambulado en otras agrupaciones, que ahora se dicen liberales o decentes, pero que en realidad no comparten los mismos valores.
Es importante recordar los principios fundamentales de Morena: “no mentir, no robar y no traicionar”. Esta es la base de la ideología del Movimiento y debe ser defendida y promovida por sus dirigentes. La grandeza de un partido político se sustenta esencialmente en la calidad y el compromiso de sus integrantes, para garantizar que Morena siga siendo una fuerza positiva en la política mexicana.
Un partido debe ser un ejemplo ciudadano, demostrando valores como la honestidad, la transparencia y la responsabilidad. Esto es algo digno de señalar en Morena, que va cubriendo espacios que obligadamente lo hacen grande y que trasciende a través del tiempo.
Morena debe seguir trabajando para mantener la eficacia y el compromiso de sus correligionarios y para convertirse en una representación digna y comprometida con el pueblo mexicano.
