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Por Sabina Berman
Dos mujeres estuvieron este 2024 al centro del ocaso del Poder Judicial, tal y como lo habíamos conocido.
Lenia Batres y Norma Piña.
Lenia nació en la familia formada por dos maestros de escuela, suscritos al Partido Comunista. En el hogar altamente politizado, ella y sus hermanos de niños veían en la televisión los informes anuales de los presidentes y como tarea obligada debían luego analizarlos ante sus padres.
Hay que imaginar a los niños Batres de pantalón corto debatiendo sobre política: Martí, (llamado así por José Martí, poeta y libertador de Cuba); Vietnica (por Vietnam y Nicaragua y sus luchas contra el Imperio Yanqui); Lenia (por Lenin, el líder de la revolución rusa) y Valentina (de nuevo por Lenin).
Militante del PSUM, luego del PRD y por fin de Morena, Lenia fue nombrada en el año 2023 por el presidente López Obrador ministra de la Suprema Corte, y desde su llegada al más alto tribunal nacional, se volvió notable su diferencia con los otros diez ministros.
Ellos secretivos y de lenguaje complejo especializado, se alarmaron cuando la advenediza Lenia empezó a dar entrevistas en los medios y a escribir en el periódico El Universal una columna semanal llamada sin pudor alguno La ministra del Pueblo.
Fue peor cuando en el Congreso empezó a debatirse la reforma al Poder Judicial: Lenia se quitó la toga y salió a la calle para hablar en mítines con la gente-gente y asegurarles que la reforma de ese poder era apremiante –y eso mientras publicaba en las redes datos duros delatando sus taras interiores. La ineficacia, la corrupción y el nepotismo.
Hoy es la principal candidata para presidir la nueva Suprema Corte de Justicia, que será designada de acuerdo al voto de la gente en las urnas.
Norma Piña es la antípoda de Lenia en cada aspecto.
Sin filiación partidista conocida, con múltiples diplomas académicos de México y España, a partir de 1988 ingresó al Poder Judicial y empezó a subir por sus escalafones; 27 años más tarde fue nombrada por el presidente Peña Nieto ministra de la SCJ; y luego de dos candidaturas no logradas, fue la primera mujer en ser electa por sus pares para volverse su presidenta.
Secretiva, en sus 27 años de trabajar en el Poder Judicial no dio una sola entrevista. Técnica, cuando por fin durante la crisis del Poder Judicial vio la urgencia de salir a los medios para defender al PJ, usó dos tipos de lenguaje: el técnico, que los simples mortales no entendieron, y el amistoso, que gustó más pero no explicó la crisis.
Posiblemente su peor error de vida fueron las cenas.
Mientras crecía el rumor de una posible reforma al poder que presidía, Norma empezó a cenar con nuevos amigos. Los presidentes del PRI y el PAN, y en otras cenas, con los más distinguidos intelectuales neoliberales de México.