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Por Jorge Gómez Naredo
Este 2024 será recordado por muchas razones. Es el año en que México eligió a una mujer como presidenta. Y es también el año en que la oposición (PRI, PAN y PRD), que hace diez años ganaban todas las elecciones y gobernaban prácticamente a todo el país, se volvió intrascendente.
Los datos son contundentes. Claudia Sheinbaum obtuvo el 59.76% de los votos, es decir, 35 millones 924 mil votos. La candidata del PRI, PAN y PRD, Xóchitl Gálvez, tuvo el 27.45% de los votos (16 millones 506 mil de sufragios). Esto fue un durísimo golpe para los de oposición, pues unidos el PAN y el PRI, que antes ganaban elecciones y obtenían más del 60% de la votación, no alcanzaron ni el 30%.
Además, la oposición perdió en las elecciones en el Congreso de la Unión y Morena y sus aliados lograron la mayoría calificada, lo cual les permite modificar la Constitución del país.
Pero no sólo eso, hoy, el PRI, el PAN y MC sólo gobiernan 8 entidades (Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro, Coahuila, Durango, Jalisco y Nuevo León). Las demás tienen administraciones de Morena y sus aliados.
Así pues, este 2024 fue un pésimo año para los de oposición. Y la decepción fue más duro porque, a principios de año, pensaron que Xóchitl Gálvez sería una muy buena candidata. Los intelectuales cercanos a la derecha afirmaban que la panista tenía muchas posibilidades de ganar, que había venido a cambiar el rumbo político de México y que Andrés Manuel López Obrador y Morena le tenían miedo.
Sin duda, los de oposición están en una situación delicada. No tienen claro un proyecto de nación, gobiernan sólo 8 entidades, no tienen el control ni del Congreso de la Unión ni de los congresos locales, el desprestigio del PAN y del PRI siguen creciendo y el PRD desapareció.
Se vienen tiempos aún más complicados para los de oposición. Y se lo merecen: le hicieron mucho daño a México.