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Por Sabina Berman
La foto más polémica de la semana que acaba fue la de Layda Sansores, gobernadora de Campeche, nombrando al panista Lavalle Maury como su secretario de Desarrollo Económico: un caballero que usa un brazalete de reo.
Resulta que el señor se encuentra cautivo como sospechoso de haber vendido durante la presidencia de Calderón sus servicios a la empresa Odebrecht, para procurarle un pago cuantioso del erario.
Y la gobernadora pelirroja de la 4T, popular por haber destruido la reputación de Alito al haber exhibido audios de su corrupción, se fotografió con su nuevo funcionario corrupto.
“Traidora”, ese fue el adjetivo más frecuente que le adosaron los tuiteros de la Izquierda a Layda, y con razón.
Nadie contó con la presta defensa de Layda. A la mañana siguiente, se presentó en Palacio Nacional para tomarse una foto con la Presidenta Claudia Sheinbaum.
Layda pegando la mejilla a la mejilla de Claudia.
Caray, los políticos están confundiendo a la Presidenta con la Virgen, cuya cercanía santifica a los más pecadores, y la pregunta es por qué Claudia lo permite.
No debiera regalar así su estampa. Esas fotos confunden la confianza de los electores en ella.
¿Qué dice la foto de Layda con Claudia?
¿Qué Layda no es culpable de nada? ¿O que Layda sigue bajo la protección de la presidenta, haga lo que haga?
Lo único seguro es que Layda rompió la confianza con las bases de la Izquierda, la gente-gente, y al tomarse la foto con Claudia afirma que no importa, porque la presidenta la protege bajo su sombrilla de prestigio.
Ya había causado inquietud una foto semejante del senador Yunes con la presidenta.
Ya lo sabe el lector, la lectora: Yunes vendió su voto por la Reforma Judicial a la 4T a cambio de que sus numerosas cuentas delictivas fueran perdonadas. Los electores lo saben y lo entienden: se trató de un mal menor por un bien mayor.
Pero a qué llevar luego a Yunes ante la presidenta y tomarles una foto lado a lado que nadie de nuevo entiende qué significa.
Claudia muy seria y a su lado Yunes muy sonriente.
¿Que Yunes el pillo se incorpora al núcleo íntimo del más alto poder? ¿Qué pronto será el candidato de Morena a la gubernatura de Veracruz? ¿Que se pide a los electores que tengan amnesia ante su historial de corrupción?
La verdad es que los electores de la Izquierda no tienen ninguna ganancia de perdonar la corrupción de los políticos. La corrupción es de hecho una bofetada contra las bases que votaron por un país donde los servidores públicos les sirvan.
Los electores creyeron la prédica de la 4T y ahora la 4T les pide algo incomprensible: que ya no la crean.
Y hace mal la presidenta en prestar su estampa a los políticos confundidos. La gente-gente votó por ella porque le tiene fe. Porque la cree impecable.
¿Qué gana la presidenta al tiznar esa confianza, en beneficio de funcionarios de un nivel inferior?
Un nivel inferior en el organigrama del gobierno y del prestigio.
En cuanto a la prensa de Izquierda, que acompaña la molestia de las bases y la documenta y la narra, solo hay que felicitarse. Toman el partido correcto: con la gente-gente, no con los políticos.
Porque si ser de Izquierda no es eso –estar con la gente, no con el poder—la Izquierda no es nada.