360 lecturas
PLAZA CENTRAL
JUAN HERNÁNDEZ
La “invasión china” en el Centro Histórico de la Ciudad de México no solo es un tema comercial, sino una crisis que refleja la debilidad de nuestras instituciones para proteger a los pequeños negocios.
Camiserías, zapaterías y tiendas de trajes, que dieron identidad a Eje Central, son desplazadas por un comercio informal alimentado por productos ilícitos y competencia desleal. Las mueblerías y tiendas de vestidos de La Lagunilla tampoco han escapado de este fenómeno.
El operativo en Izazaga 89, liderado por la Secretaría de Economía, representa un intento por contener el problema, pero como señala Gerardo Clero López, presidente de ConComercioPequeño, se necesita una estrategia integral que abarque otras plazas cercanas y las más de 80 que operan bajo el mismo esquema en el Centro Histórico.
El impacto no solo golpea a los negocios formales, sino también a mercados públicos, evidenciando un desbalance que favorece a quienes operan al margen de la legalidad. Por otro lado, en el terreno político, la tensión en Álvaro Obregón pone en evidencia la fragilidad del diálogo democrático.
Luisa Gutiérrez Ureña, aspirante a liderar el PAN en la Ciudad de México, lanzó fuertes acusaciones contra Javier López Casarín, alcalde de Morena, llamándolo “fraudulento” y atribuyéndole el desmantelamiento de programas exitosos como Contigo Vecina. Los señalamientos son graves: tráfico de influencias, rebase de topes de campaña y un supuesto miedo a la sombra de su antecesora, Lía Limón.
Mientras el comercio en el Centro Histórico se debate entre la informalidad y la invasión extranjera, el juego político en Álvaro Obregón parece más enfocado en recriminaciones que en soluciones.
Urge tanto una regulación firme como liderazgos capaces de mirar más allá del conflicto y centrarse en el beneficio colectivo.