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Por Eduardo López Betancourt
La Dra. Claudia Sheinbaum Pardo tiene la responsabilidad de demostrar que una mujer puede gobernar con eficacia y justicia, olvidando vicios del pasado, tales como la corrupción y el nepotismo. Sin duda, los mexicanos esperan que la Presidenta realice un buen papel, para así mantener la idea de ser regidos por mujeres preparadas.
Nuestra Mandataria puede inspirarse en ejemplos de grandes dirigentes femeninas, entre ellas, Cleopatra VII, quien gobernó Egipto con habilidad y diplomacia; Boudica, la Reyna Guerrera, lideró una insurrección contra los romanos en Britania; Isabel I, gobernó Inglaterra durante 45 años; Margaret Thatcher, Primera Ministra del Reino Unido, aplicó políticas de libre mercado y redujo el poder del Estado; Catalina II, la emperatriz que expandió las fronteras de Rusia, además, fomentó la educación y la cultura; Indira Gandhi, Primera Ministra de la India, implementó políticas de desarrollo económico; Angela Merkel, canciller alemana, lideró la Unión Europea y abogó por la integración europea; Ellen Johnson-Sirleaf, Presidenta de Liberia, promovió la paz y la reconciliación después de una Guerra Civil; y claro, Michelle Bachelet, Presidenta de Chile, que impulsó políticas de género y desarrollo sostenible.
Debemos mencionar que las anteriores administraciones del gobierno fueron sumamente incorrectas. Dejaron mucho que desear, estuvieron implicados en graves actos de corrupción, favoritismo y fueron parte de fenómenos cuestionables. Nuestra Presidenta debe convertirse en una verdadera Jefa de Estado, sin ser influenciada por nada ni nadie.
Necesitamos más que nunca una digna representante que nos guíe con visión y justicia, por lo tanto, es la oportunidad de la Dra. Claudia Sheinbaum para dejar su huella imborrable en la historia de la Nación. Debe ser una regidora de verdad, sin lazos con el pasado para llevar a México hacia un futuro próspero y justo.