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Por Lengua larga
Está columnista tenía muy olvidada a Ana Villagrán, la exdiputada panista que evidenció los tejes y manejas del PAN luego de que Andrés Atayde le negara el poder repetir en esta legislatura.
¿La razón? Villagrán se convirtió en un “dolor de muelas” para muchos políticos de sangre azul que le restregaron a Atayde el que la joven los tratara mal y no siguiera indicaciones.
Es que a la pseudo ambientalista se le olvidó que en el PAN hay un jefe y es Jorge Romero.
Pero bueno, regresando a lo importante, en Morena le llaman la arribista; pues al principio se dedicó a atacar a la ahora presidenta, Claudia Sheinbaum y a la jefa de Gobierno, Clara Brugada, y ahora la ridícula, como otros tantos la nombran, hasta usa ropa con el nombre de la titular de la administración local.
Claramente quiere desmontar que ya eligió un bando, sin embargo, no le ha tocado hueso y anda “de un hambreada”.
Su tablita de salvación en una morenista recién nacida de Benito Juárez a la que no le daremos nombre porque lo único que quiere es foco y esta chismosa no está para conceder deseos.
Lo que sí es que es tocaya de Ana Villagrán, y no solo en el nombre sino en las mañas; a esta jovencita tampoco la soportan en las filas guindas y si usted no le cree a estas líneas pregúntele a Camila Martínez, que dice por ahí que nos las tolera.
Pero bueno, en Morena tampoco es que quieran mucho a Martínez, ni a su amiga Sofía Vélez.
¿Qué está pasando con las juventudes morenistas?´
No han entendido que la grilla debe ser meramente política y contra integrantes de otros institutos políticos de la capital; sin embargo, en Morena se da mucho la de sonreír de frente y usar la espalda de buzón de quejas y sugerencias, si no pregúntele a Leticia Varela, que han hablado tanto de ella aunque es su líder.