138 lecturas
Por Ricardo Sevilla
Es hora de decirlo: Querétaro es un desastre. Y esto no es una nota amarillista ni sensacionalista. Lamentablemente, esos son los hechos reales y visibles. Pero eso, desde luego, no le gusta nada a Mauricio Kuri. Y no le gusta porque el gobernador panista, además de ser un corrupto y obcecado, también ha decidido cerrar los ojos ante la realidad.
A esta hora, en todo el país (y buena parte del mundo) se sabe que un grupo de imbéciles armados irrumpió en un bar ubicado en el centro de la capital queretana, dejando un saldo de 10 personas muertas y 13 heridas.
El indolente y patético gobernador salió a decir que sus colaboradores más cercanos le recomendaron que no saliera a dar la cara a los queretanos.
Vaya miserables de los que se rodea este panista.
Ahora bien, aunque Kuri y los panistas se aferren a decir que la violencia en Querétaro es importada, que llegó de otro lado, la verdad es que no es así. Esa violencia es el resultado de las (corruptas e ineficaces) políticas locales. Y ha crecido bajo sus narices y, muchas veces, con su complicidad.
Los gobiernos panistas, aunque no se cansan de evadir su responsabilidad y culpar al gobierno federal, han permitido la expansión de la desigualdad social, la exclusión, el huachicoleo y un mercado de drogas local. Y eso, lamentablemente, ya no se limita a unos cuantos municipios: es un problema estatal al que Kuri y los panistas no han querido hacerle frente.
La solución no radica en salir a dar discursos huecos y nerviosos ante los medios de comunicación, sino en asumir que la violencia es una construcción local y, por lo mismo, requiere soluciones locales.
Infelizmente, los gobiernos panistas se han negado a hacerlo. Pero en Querétaro se necesita de auténtica voluntad y honestidad para fortalecer a las instituciones. Ese estado debe limpiar las de tranzas y corruptelas a su gobierno y, a partir de ahí, comenzar a restaurar la confianza ciudadana. Pero si Kuri y el PAN quieren continuar culpando a la Federación, no lograrán abordar factores estructurales son claves para recuperar la paz en Querétaro.