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Por Eduardo López Betancourt
La educación es la clave para el desarrollo y transformación de las sociedades. Permite a las personas adquirir conocimiento, habilidades y valores que mejoran su calidad de vida, además, les brinda oportunidades para prosperar.
La importancia de la educación puede concentrarse en el desarrollo personal y profesional, esto es, el crecimiento intelectual, emocional y social, lo que consienten tomar decisiones y alcanzar metas; otro aspecto importante, es la erradicación de la pobreza, donde la educación es fundamental para romper ese ciclo, adquiriendo práctica y conocimientos para lograr mejores oportunidades laborales; también, promueve la igualdad de género, al ofrecer a mujeres y niñas las mismas oportunidades que a hombres y niños. Nótese, la educación es esencial para el crecimiento económico de cualquier población, genera una fuerza laboral capacitada, competitiva y, fomenta una ciudadanía informada que conduce a una democracia más fuerte.
En el mundo se han dado ejemplos de transformación, tal como ocurrió en Corea del Sur, en las décadas de 1950 y 1960, cuando pasó de ser un país pobre, a uno de los más prósperos de Asia, gracias a su enfoque en la enseñanza; otro testimonio lo tenemos en Singapur, convertido en un modelo de éxito, gracias a la educación; así mismo, Finlandia, y su sistema pedagógico, considerado uno de los mejores del mundo, que lo ha llevado a ser líder en innovación y desarrollo.
La educación es el pilar para el progreso de los pueblos, es crucial asegurar su accesibilidad para todos. Con aprendizaje, las comunidades pueden superar desafíos y alcanzar futuros prósperos; la educación debe darse, guiarse y manejarse por personas capaces, sin duda la improvisación en funcionarios dedicados a la docencia es el peor error.