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Por Eduardo López Betancourt
Donald Trump no solo ganó la Presidencia de los Estados Unidos, también el Senado y la Cámara de Representantes. Ello lo hace invencible y, por si fuera poco, también fue impactante que la mayor parte de electores sufragaran a su favor; tengamos presente, la democracia del país vecino es suigéneris, todo se basa en los votos que se le otorgan a cada uno de los cincuenta Estados, sin que sea relevante la opinión de los electores. Por ejemplo, Hillary Clinton tuvo mayores votos que Donald Trump en el 2016, pero el triunfo fue para Trump en base a los votos de las diversas entidades, con 304 votos electorales contra 227 de Clinton, número que ahora superó el temido y repetido gobernante americano.
Trump ha sido claro, nadie debe dudar que sus acciones serán drásticas y hastaocasiones crueles. En el caso concreto de la migración, mantiene una actitud contundente, la considera causante de muchos males, por lo cual, se darán obligadamente deportaciones al por mayor, donde México sufrirá las consecuencias, ya que precisó, no admitirá que nuestras fronteras se conviertan en paso obligado de tanto ilegal y de ello, culpa al gobierno mexicano, a quien amenazó señalando que impondrá aranceles elevados a nuestros productos, para el caso de que no se detuvieran nuestro País a los “sin papeles”, lo cual implicaría un daño irreparable para México.
También se ha manifestado contra las guerras, en particular la de Ucrania e Israel, algo que sin duda es sumamente correcto. Es indebido que Estados Unidos siga respaldando actividades bélicas a un altísimo costo y, por si fuera poco, de resultados sumamente desalentadores.
Con Trump se inicia una nueva era, sus partidarios se encuentran optimistas y consideran que será benéfico para el país “de las barras y las estrellas”.