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Por Salvador Guerrero Chiprés
El Bosque de Agua son más de 250 mil hectáreas en la Ciudad de México, Estado de México y Morelos donde se genera la mayor parte del 70 por ciento del agua consumida en la capital nacional y constituye uno de los pulmones de la zona megalopolitana.
El área tal vez sea más reconocida por contener sitios muy frecuentados como La Marquesa, Los Dinamos, el Desierto de los Leones, el Ajusco o las Lagunas de Zempoala.
En su parte menos visitada por paseantes o deportistas, se padece una tala ilegal desde hace más de 20 años, frente a la cual, incluso, las comunidades originarias han enfrentado a los grupos criminales.
Al año, en el país, de acuerdo con estimaciones del gobierno federal, se pierden hasta 127 mil hectáreas de bosques, producto de la deforestación delincuencial de un mercado negro de maderas.
Se trata de un fenómeno delictivo cuya atención requiere capacidades estratégicas como las exhibidas por las gobernadoras de la CDMX, Edomex y Morelos, Clara Brugada, Delfina Gómez y Margarita González, respectivamente, quienes esta semana anunciaron la operación de bases interinstitucionales para identificar y combatir a los llamados talamontes, principalmente en el punto donde confluyen las tres entidades.
Es la sistematización y trabajo conjunto de tres gobiernos, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Guardia Nacional para dar continuidad a un esquema de protección de los bosques impulsado por la ahora Presidenta Claudia Sheinbaum, y el cual ha generado la detención de 85 talamontes y el aseguramiento de más de 130 aserraderos ilegales al sur de la capital nacional.
En Llanito Largo este miércoles se dio la convergencia histórica de voluntades para conformar un grupo de guardianes de los bosques, reveladores de gobiernos y autoridades de buena madera.