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Por Eduardo López Betancourt
Formamos parte de un Estado conquistado, donde los extranjeros gozan de todos los privilegios y al final, se desprecia cínicamente a los nacionales. Un ejemplo claro lo constituyen las aerolíneas, a todas aquellas que son de otros países, se les trata con generosidad y sin mayor recato violan la ley, ante la indiferencia de las autoridades mexicanas.
Existe una Procuraduría Federal del Consumidor, que solo constituye una rémora para el erario. Su ineficacia y burocratismo no tienen paralelo, acudir a ella para presentar una queja contra aerolíneas extranjeras, es recibir burlas, perder el tiempo y al final, el particular se enfrentará a la impotencia y el influyentísimo del que gozan estas empresas en la PROFECO.
Un caso concreto lo constituye Air Canadá. Una familia adquirió un boleto para vacacionar a una ciudad, precisamente en Canadá, pero, por circunstancias inexplicables, los enviaron a otro sitio. Lo lógico es que la PROFECO, entendiera el fraude que se había cometido contra esos mexicanos; el daño causado fue que no los enviaron al destino para el que compraron boletos, tampoco se alojaron en el hotel previsto y la empresa responsable, no tuvo la decencia de ofrecerles alojamiento por la noche que pasaron en el aeropuerto, a causa de las fallas de la aerolínea; así, padecieron unas terribles vacaciones. Llenos de optimismo, llegaron a México para demandar a los sinvergüenzas de Air Canadá y sorpresa, en la PROFECO, la conciliadora Ximena Negrete Montiel, dijo que, por instrucciones del titular de dicha procuraduría, de nombre David Aguilar Romero, se desechaba la denuncia, asegurando algo incongruente, que Air Canadá había cumplido, ya que voló, aunque no al destino original, pero que al final, la familia si había volado. Vaya estupidez, no compraron boletos para volar, sino para llegar a un destino; y sin más, la conciliadora cerró la denuncia marcada con el número PCF.CFD B.3/001119-2024, dándole la razón a los pícaros canadienses, lugar donde, por cierto, en los últimos tiempos han mostrado repudio para con los mexicanos, al exigirnos visa, sin que a ellos se les pida el mismo requisito en nuestro País.
La Profeco es inútil, onerosa y dirigida por ineptos al por mayor, insistimos, es una carga para la economía nacional; debe sufrir una transformación seria.