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Por Ricardo Sevilla
Durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, la construcción de viviendas en México se disparó, generando millonarias ganancias para las desarrolladoras inmobiliarias. Que resultó que eran cuates y socios de los panistas.
Sin embargo, muchas de estas casas se ubicaron en zonas remotas y sin infraestructura adecuada. Al final, la gente tuvo que abandonarlas. En estados como Nayarit y Coahuila, más de la mitad de las viviendas están deshabitadas, afectando a propietarios que adquirieron créditos del Infonavit.
La falta de servicios básicos ha llevado a numerosas familias a abandonar sus hogares, creando un ciclo de deterioro social. Por ejemplo, en Huejotzingo, Puebla, solo el 25-30% de las casas están ocupadas; el resto ha sido vandalizado o invadido.
Pero este (triste) abandono no solo es económico; también incrementa la inseguridad al convertir casas vacías en focos de delincuencia4.
El Infonavit, principal organismo crediticio, ha reconocido que la lejanía a empleos aumenta el riesgo de abandono. Un estudio indica que cada kilómetro adicional a un centro laboral puede resultar en 500 viviendas deshabitadas.
Durante la gestión de Víctor Manuel Borrás Setién, quien estuvo 11 años al frente del Infonavit (2001-2012), se otorgaron 5 millones de créditos hipotecarios, pero, como también era un transa sin remedio, surgieron acusaciones de corrupción y favoritismo hacia ciertos desarrolladores.
Y con Peña Nieto, la situación no mejoró. Al contrario: se denunciaron fraudes que afectaron a 60 mil familias y pocos funcionarios enfrentaron consecuencias legales.
Infelizmente, la falta de supervisión y planificación urbana adecuada ha perpetuado este problema, dejando a muchas familias atrapadas en créditos por viviendas que nunca cumplieron sus expectativas. Pero, afortunadamente, la presidenta, Claudia Sheinbaum anunció que atenderá, muy de cerca, ese problema.