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Por Salvador Guerrero Chiprés
No más Día de la Raza sino de la Resistencia Indígena, lo cual da una magnífica oportunidad de rebautizar el monumento correspondiente al mismo tiempo de concluir una obra de recuperación dejada inconclusa respecto de un símbolo escultórico de la capital nacional.
La Jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, no pierde el tiempo e insiste en su inicial énfasis de gobierno: decretar la inclusión de la nueva mirada sobre la historia; atender la emergencia; instalar gabinetes de seguridad y del agua en dos áreas temáticas conectadas por una visión más amplia de comunidad, sostenibilidad y sustentabilidad; todo ello transitable desde un replanteamiento político social que conlleva disposición de acercamiento ciudadano enfatizado por el gobierno abierto del martes y el programa casa por casa del jueves.
Sin ciudadanía plural no hay buen gobierno.
Brugada encaró las afectaciones por las lluvias en Xochimilco y Milpa Alta, inició diario y puntualmente el Gabinete de Seguridad y se acercó a la principal figura de la oposición en una alcaldía, la titular de la demarcación Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, en un gesto reconocido hasta por los más duros de adentro y de afuera. Aleccionador e inédito, dijeron algunos, “ni en varias décadas”.
El Monumento a la Raza debería transformar su nombre. Ojalá lo vinculen a la resistencia indígena, vertebral en la narrativa de Brugada, aun cuando parece menos interesante el tema para un segmento usufructuario de otra Nueva España con sede en Madrid, donde se refugian políticos ahora innombrables, algunos capitales cupulares y un turismo clasemediero respetable.
Ni grafiti o basura en los monumentos ni supeditación a las convenciones respecto de la historia. Construir resultados de la mano de la diversidad de la CDMX es la tarea. Un nuevo equipo político reivindica a otra raza como gobernante.