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Por Salvador Guerrero Chiprés
La mística del gobierno de Clara Brugada en la Ciudad de México se encuentra expresada en el poderoso significado de la canción con la cual acompañó este domingo su despedida de su San Miguel Teotongo: la muralla.
De un fuerte contenido comunitario, revelador de los valores de los movimientos de la izquierda Latinoamericana, el mensaje principal es la necesidad de unión y defensa de los Derechos Humanos. Es una invitación a construir espacios mejores, más justos, así como a excluir violencia y opresión.
Afuera de la muralla se deja al odio, el sable del coronel, la serpiente; pueden entrar la rosa, la paloma, el corazón y el laurel, símbolos de paz.
Desde Teotongo, el barrio de Iztapalapa a donde llegó hace 40 años siendo estudiante de Economía para dar clases a alumnos de secundaria, Brugada emerge como la primera Jefa de Gobierno proveniente de una zona de lucha social, territorial y política, donde se idearon las Utopías.
El gran contexto para entender la inédita representación en una toma de posesión, como la exhibida en el Teatro Metropólitan con la mayoría de los oficios representados por mujeres y hombres en un abrazo colectivo con la política; es la lucha con la comunidad. Todas y todos dentro de la muralla. El taquero se llevó el aplausómetro.
La Jefa de Gobierno recibió porras, ovaciones y peticiones en su recorrido del Eje Central a su oficia de gobierno, invadida por decenas de personas en una escena fuera de lo común.
Ahora, gobierno de territorio y no de escritorio, casa por casa y atención en el Zócalo, destaca la gobernante una y otra vez.
El trayecto a la principal plaza del país en comunión con miles de personas a los lados.
La muralla y el extendido abrazo popular, corazones y mariposas, música y trabajo colectivo. La nueva época.