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Por Ricardo Sevilla
Norma Piña, la mandamás de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo de la Judicatura Federal, le asesta un golpe a la voluntad popular. Y es que, con ocho votos a favor y tres en contra, la Suprema Corte resolvió que sí podrá “analizar” la constitucionalidad de la Reforma Judicial.
Estos ocho ministros, que se aferran a seguir royendo el hueso en el Poder Judicial, decidieron admitir la procedencia de una consulta, dizque, para analizar la Reforma al Poder Judicial.
Lanómalo es que ese proyecto fue elaborado por jueces y magistrados federales. Es decir: los juzgadores fueron juez y parte.
Los ministros que votaron a favor de analizar la reforma judicial, ya los conoce usted. Y es que, lamentablemente, son tristemente célebres por sus embates contra la democracia y la voluntad popular.
Se trata, hay que decirlo con todas sus letras, de Juan Luis González Alcántara Carrancá, Margarita Ríos Farjat, Javier Laynez Potisek, Luis María Aguilar Morales, Alberto Pérez Dayán, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y, al frente de todos ellos, evidentemente, la ministra presidenta Norma Piña Hernández.
Y el argumento que utilizaron estos ministros mañosos fue el artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación que establece que el Pleno de la Corte “velará en todo momento por la autonomía de los órganos del PJF y por la independencia de sus integrantes”.
Y uno se pregunta: ¿Está en peligro la autonomía de los órganos del Poder Judicial? ¡No! ¿Está en peligro la independencia de los integrantes del poder judicial federal? Tampoco. Porque lo cierto es que la mayoría de los ministros y ministros, desde hace mucho tiempo, están entregados a los intereses de la derecha y del corporativismo. Nunca han sido autónomos. ¡Qué va! Siempre han servido los intereses de los poderes económicos y, en su momento, a los poderes políticos de la derecha.
Aunque las ministras Yasmin Esquivel, Lenia Batres y Loretta Ortiz Ahlf intentaron frenar este disparatado proyecto, Norma Piña logró sacarlo adelante con ayuda de sus acólitos.
Ojalá que Piña entendiera, como Yasmín Esquivel dijo, al emitir su voto en contra de este burdo proyecto, que la Constitución ¡no es impugnable!