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Por Xóchitl Bravo Espinosa
Por primera vez en la historia de México, una mujer conduce el destino de nuestro amado país. Se llama Claudia Sheinbaum y ayer arrancó su mandato. Las expectativas sembradas en su sexenio son muchas y la exigencia para que dé buenos resultados quizá es mayor, por el simple hecho de que esta vez no será un hombre el que esté al frente del Ejecutivo Federal.
Pero estoy segura que la doctora Sheinbaum responderá mejor de lo esperado a los millones de ciudadanos que creemos en ella y a los mexicanos que comulgan con un color partidista distinto al de Morena. La inclusión la caracteriza y lo demostró cuando fue Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Como mujer, hija, hermana, madre de una jovencita de 14 años y feminista, me siento orgullosa de que esta mujer excepcional haya recibido la banda presidencial de manos de Ifigenia Martínez, otra gran luchadora social. Este acto confirma que es tiempo de las mujeres; de mujeres transformadoras, de mujeres de izquierda, de mujeres que trabajan por el futuro de la nación.
Sentí una enorme alegría al verla portar la banda tricolor, sobre todo siendo testigo el mejor mandatario que ha tenido México, Andrés Manuel López Obrador. El pueblo es sabio, siempre ha dicho él, y no se equivoca, porque el 2 de junio refrendó su confianza en la Cuarta Transformación y en una Claudia inteligente, analítica, honesta, preparada, fuerte, trabajadora…
Amas de casa, jefas de familia, obreras, trabajadoras, empresarias, profesionistas, lideresas, diputadas, senadoras, gobernadoras y un sinfín de mujeres, incluidas las indígenas, caminaremos al lado de la Presidenta de México, para consolidar el segundo piso de la 4T.
En 200 años como República, por fin una mujer ocupa la silla presidencial. Claudia lo logró por méritos propios, pero no llegó sola. Ella misma afirmó que llegamos todas. Al igual que las demás, Claudia sabe que cuenta conmigo.
