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Por Eduardo Camacho
-Es una mala decisión porque urge una fiscalía mucho más activa y vigorosa, con sólidas bases acusatorias contra delincuentes de cuello blanco y camisas de seda “lavadas” y “planchadas” para que no se escapen por decisión de jueces corruptos. Don Alejandro es el funcionario que más queda a deber en este sexenio, y habría que darle las gracias y jubilarlo porque no va a rendir más.
Luisa Alcalde será la dirigente de Morena y Carolina Rangel secretaria general.
-Andrés Manuel López Beltrán comienza su carrera política como secretario de organización y puede haber tiro en 2030 entre dos juniors: Andy contra Luis Donaldo Colosio Riojas. La aún titular de la Segob y antes de la STyPS pasó sin pena ni gloria y sin resolver asuntos encomendados por AMLO (las huelgas mineras y el caso de la Cooperativa Excélsior). Ojalá haga mejor papel en el partido guinda.
Claudia leyó un decálogo a los morenistas para mantenerse unidos y ser ejemplo de honestidad, trabajando con la población.
-Algo así como Los 10 Mandamientos del próximo sexenio, sin que se permitan Judas, pero tampoco tanto cascajo externo arrepentido, “aunque llegue con sus miradas tan tiernas, con el futuro partido y con el rabo entre las piernas” (parafraseando el famoso verso del perrito, de Chespirito).
Según Zedillo, la pobreza en México se redujo por la pandemia de Covid-19.
-Ernestonto fue un mediocre espermatozoide que se coló por el condón priísta agujerado -por dos trágicas balas-, y usado como un vil sirviente por la mafia del poder político y económico de entonces para crear el Fobaproa, salvar bancos y otras empresas privadas, vender bienes como los Ferrocarriles Nacionales, y para reprimir al pueblo en Aguas Blancas y Acteal.
Le llueven críticas en redes a Alazraki por decir que “así como se hundió el Titanic, también México, con la diferencia de que el primero chocó contra un iglú y el segundo contra el muro de los pendejos”.
-El burro Falazraki hablando de orejas y a lo pendejo: confundir un iglú con un iceberg no tiene comparación en su bestialidad lingüística.