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Por Salvador Guerrero Chiprés
Ningún partido político, en elecciones realmente democráticas, ha logrado en sus primeros 10 años de fundación una consolidación tan rápida y profunda en la preferencia de la ciudadanía como la conseguida por Morena.
En tanto en Europa se percibe un ligero avance de la ultraderecha y en América Latina emergen ultraconservadores, en México el movimiento de izquierda, como parte de una amplísima alianza ciudadana representante del Obradorismo, es mundialmente excepcional.
Mientras partidos opositores al fundado en 2014 por Andrés Manuel López Obrador buscan dirigentes en políticos de reputación cuestionable, Morena se renueva con liderazgos jóvenes fundadores del movimiento y en convergencia con cuadros de diversas generaciones.
También se fortalece el énfasis de género en el partido político más revelador de progresismo en los últimos años en México. En una década, Morena llevó a la Presidencia de la República a la primera mujer, Claudia Sheinbaum, quien ayer en el VII Congreso Nacional Extraordinario pidió licencia a su militancia en congruencia con su voluntad de gobernar para todas y todos sin distinciones partidistas. Luisa María Alcalde, la próxima dirigente nacional, será pieza fundamental del Obradorismo junto con la Jefa de Gobierno electa de la Ciudad de México, Clara Brugada, como lo fue Martí Batres, por ejemplo, desde la misma capital nacional.
En exposiciones sintéticas, tanto Mario Delgado, dirigente saliente, como Sheinbaum, enunciaron los resultados del movimiento y de AMLO como Presidente: ganar dos veces la presidencia, 24 gubernaturas más el gobierno de la CDMX, la mayoría en el Congreso, así como políticas en convergencia para el beneficio social y económico.
Este domingo en el WTC se colocaron las bases hacia el 2030 en este tiempo de mujeres.