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Por Jorge Gómez Naredo
Fue la última ceremonia del grito de Independencia que encabezó Andrés Manuel López Obrador. Eso se notaba. La gente aguantó ahí en el zócalo de la Ciudad de México de pie más de cuatro horas. Aguantó el cansancio y la tormenta que cayó y mojó a todos a pesar de los impermeables y los paraguas. La gente quería ver a su presidente dar el grito y agradecerle.
Este grito de Independencia será uno de los últimos actos públicos que tendrá Andrés Manuel López Obrador. Él, a partir del 1 de octubre, se retirará de la política. Se irá a vivir a Chiapas. Se dedicará a estudiar la historia de nuestro país y a escribir libros. Ha dicho que no se involucrará en ninguna actividad política, que no apoyará a nadie y que no hará más política. Se retira y no se volverá a saber de él en los medios. No tendrá apariciones públicas ni recibirá visitas para hablar de temas políticos. No será cacique ni líder moral ni nada que tenga que ver con la vida pública del país. Es, sin duda, el adiós del personaje político más importante de los últimos cincuenta años.
Por eso, ayer, en el zócalo de la Ciudad de México, la gente estaba emocionada y triste, alegre y llena de nostalgia. Miles de personas, cuando apareció Andrés Manuel en el balcón más importante de Palacio Nacional, gritó “presidente, presidente, presidente” y “es un honor estar con Obrador”. Le agradecieron la entrega y no haberse cansado nunca de luchar por cambiar a México.
Vi a cientos de personas, jóvenes, adultas y adultas mayores llevar Amlitos o cartulinas donde escribían “gracias” o, por ejemplo, “Andrés Manuel, has sido el mejor presidente de México”.
El grito de este 2024 fue una celebración de nuestra Independencia, pero también fue un grito para mostrar el amor que el pueblo le tiene a su presidente, un amor sincero, un amor lleno de energía y de convicción.
El futuro político de México, a partir del 1 de octubre, será un futuro sin AMLO. Tenemos que aprender a vivir sin su guía