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Por Jorge Gómez Naredo
La reforma al Poder Judicial fue ya votada y aprobada en el Senado de la República.
Cuando escribo esto, cinco congresos estatales ya la habían también aprobado. Es cosa de horas para que esta reforma sea constitucional. Pronto será, sin duda, publicada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin duda, el movimiento político denominado Cuarta Transformación tuvo con la aprobación de la reforma judicial uno de sus mayores logros. No sólo consiguió la mayoría calificada en ambas Cámaras (algo que parecía imposible hace algunos meses), sino que cambia la lógica en todo el Poder Judicial.
Los jueces y magistrados eran elegidos por complejas y muy fortalecidas mafias existentes en el Poder Judicial. A los ministros lo proponía el presidente y los aprobaba los legisladores. Con los cambios que se vendrán, jueces, magistrados y ministros serán elegidos por voto popular.
Esto es un duro golpe a las mafias dentro del Poder Judicial, pues éstas decidían quiénes ocuparían los cargos. Es decir, perderán el control de todo y se tendrán que someter a elecciones. Que estas mafias pierdan el control también impactará a las élites económicas del país, pues ya no podrán establecer tan fácilmente acuerdos para que sus “asuntos” sean tratados con prioridad y por juzgadores benévolos para ellas.
Y uno de los puntos que provocará la reforma es que los jueces, magistrados y ministros tendrán que preocuparse por ejercer la justicia, para que la gente vea que sí trabajan apegados a derecho.
Por supuesto que los cambios no serán inmediatos. Se aplicarán, y tardará el sistema de justicia en México en mejorar visiblemente, pero el primer paso (y uno de los más complicados) ya se dio con la aprobación de la reforma.
El Poder Judicial, el más opaco y lejano del pueblo, tendrá que cambiar su lógica. Y eso, sin duda, beneficiará al país. Enhorabuena por la aprobación de la reforma.
