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Arreando al Elefante | ¡Mentirosos y manipuladores!

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Por Ricardo Sevilla

Después de una maratónica sesión que se extendió por casi 17 horas, finalmente, en el Senado de la República se hizo historia al aprobar la reforma al Poder Judicial, un cambio trascendental que busca transformar, positivamente, la manera en que se designarán jueces, magistrados y ministros.

Con 86 votos a favor y 41 votos en contra, la reforma es el testimonio vivo de un deseo popular, del clamor de un pueblo que, desde hace mucho tiempo, exige justicia y transparencia en un sistema judicial que, infelizmente, ha estado secuestrado por la ineficacia y la corrupción.

Esta reforma, que fue impulsada por el presidente López Obrador, establece que los jueces serán elegidos por voto directo de ciudadanos y ciudadanas, lo cual significa un cambio radical e importantísimo.

De entrada, promete eliminar la influencia del Ejecutivo y del Legislativo en el ámbito judicial. Y quizá usted se preguntará: ¿Por qué terminará la influencia del Poder Ejecutivo? Porque, hasta este sexenio, los ministros y las ministras eran propuestos por el presidente en turno.

Pero eso ya no sucederá en el sexenio que encabezará Claudia Sheinbaum. 

Ahora bien, la reforma no pasó tan tersamente. ¡Qué va! Todo lo contrario.

Menudearon los dimes y diretes. Los legisladores que apoyan la transformación tuvieron que solo debatieron con las ideas, sino también contra las ocurrencias, contra la ignorancia.

Y es que la oposición, desde el comienzo, buscó reventar la sesión esgrimiendo pretextos burdos y de poca monta.

Incluso, hasta vándalos, pagados por la derecha, entraron a gritar, vociferar y agredir al recinto legislativo para tratar de dinamitar la sesión.

Se tuvo que cambiar a una sede alterna y los legisladores tuvieron que llegar a pie, como pudieron.

Desde los medios de la derecha y, prácticamente, ante el silencio de los medios del Estado, ha habido un auténtico desfile de críticos y descalificaciones de parte de los comentócratas que, por aquí y por allá, repetían el mismo estribillo y los mismos eslóganes, ¡Mentirosos! ¡Manipuladores!

Por Ricardo Sevilla

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